miércoles, 20 de septiembre de 2017

INTRODUCCIÓN AL LATÍN


ABECEDARIO, PRONUNCIACIÓN Y ACENTUACIÓN. EL ALFABETO LATINO.
El alfabeto latino procede de una variante del alfabeto griego que se utilizaba en la ciudad de Cumas, en la Magna Grecia, que, a su vez, era una colonia de la ciudad eubea de Calcis.
En época clásica, el alfabeto latino constaba de 23 signos o letras, tras la introducción de la Y y la Z, con las que se transcribieron palabras griegas:
A B C D E F G H I K L M N O P Q R S T V X Y Z
Su pronunciación era casi idéntica a la castellana, con las siguientes excepciones:
C. Se pronuncia como oclusiva velar sorda (= K), con alguna excepción que ya observaremos: ducere, circumdare.
G. Sonaba como oclusiva velar sonora, incluso ante EeI: legionarius.
H. Este signo no sonaba en época clásica. A veces combina con P (PH) en palabras prestadas del griego y que se pronuncia como fricativa labial (= F): philosophus.
I. Tiene una doble naturaleza, pues puede funcionar como vocal o como consonante, sonando en este caso como nuestra Y. Por ejemplo, iam o maior.
LL. Se pronuncia como una doble L: bellum.
V. Con la escritura cursiva adoptó una forma redondeada u. Puede también funcionar como vocal o como consonante.
Z. Es una consonante doble (= D + S) procedente del alfabeto griego: Zama. En relación con esto, hay que tener en cuenta que X también representa un grupo consonántico (K + S): exercitus.
En latín clásico hay diez vocales, cinco largas y cinco breves:
āēīōū              ă ĕĭŏŭ
Teóricamente las vocales largas duran el doble de las breves y tienen carácter fonológico, es decir, pueden servir para crear diferencias de significado: iacĕre (lanzar) / iacēre (yacer).
Asimismo posee solamente cuatro diptongos:
ae (Cae-sar), oe (coe-pit), au (au-rum). Muy raramente se da el diptongo eu (seu).

NORMAS DE ACENTUACIÓN. LA “LEY DE LA PENÚLTIMA”
1.       No hay polisílabos agudos (salvo excepciones); los bisílabos en general son graves.
2.       En las palabras de más de dos sílabas, si la penúltima es larga, lleva el acento; si es breve, el acento cae en la anterior: habēre es grave; mittĕre es esdrújula.
3.       Vocal ante vocal se abrevia, salvo si precede otra vocal: habĕo, habĕam, frente a habēre; audĭo, audĭunt, frente a audīre.
Hay escasas excepciones, por ejemplo los genitivos de los pronombres: istīus, illīus, totīus, solīus, etc.
Veamos un ejemplo de cómo leer latín:

Infandum, regina, iubes renouare dolorem,
Troianas ut opes et lamentabile regnum
eruerint Danai, quaeque ipse miserrima uidi
et quorum pars magna fui. Quis talia fando
Myrmidonum Dolopumue aut duri miles Vlixi
temperet a lacrimis? Et iam nox umida caelo
praecipitat suadentque cadentia sidera somnos.
Sed si tantus amor casus cognoscere nostros
et breuiter Troiae supremum audire laborem,
quamquam animus meminisse horret luctuque refugit,
incipiam.
Virgilio, Eneida 3. 3-13



DEL INDOEUROPEO A LAS LENGUAS ROMANCES
El Latín pertenece a la familia lingüística indoeuropea, por un pueblo llamado “indoeuropeo” que habitó las regiones centrales del este de Europa (pero que alcanzaba las estepas siberianas) entre el 3000-2000 a.C. No existe testimonio alguno de esta lengua, pero sí lo tenemos de las lenguas que derivaron de ella.
Gracias a la lingüística comparada se puede corroborar el parentesco entre las lenguas. Por ejemplo:
LENGUAS
Madre
Tres
SÁNSCRITO
matár
trayás
GRIEGO
meter
treis
LATÍN
mater
tres
INGLÉS
mother
three
EUSKERA
ama
hiru
HÚNGARO
anya
három
TURCO
anne
üç

Al comparar podemos observar que las cuatro primeras lenguas están relacionadas y que proceden del indoeuropeo. Las otras tres no tendrían el mismo origen.

LA LENGUA LATINA, LA LENGUA DEL LATIUM. LA LENGUA DEL IMPERIUM ROMANUM.
La lengua latina la hablaban los romanos y se llama así porque la región (en el centro de la península itálica) de donde procedían era el Latium, siendo su gentilicio latinus. Esta procedía de una lengua anterior, el itálico.
Paulatinamente, el latín fue extendiéndose por las regiones donde se fue asentando el imperio, desde la Península ibérica hasta el Próximo oriente, además de la actual Gran Bretaña, Francia o el norte de África, etc. Durante siglos fue una lingua franca, es decir, la lengua vehicular para el comercio, la religión, la cultura, las ciencias o la política. Hasta finales del siglo XVIII mantuvo un gran prestigio cultural y científico.
Hay que tener en cuenta que en época romana existía dos variedades lingüísticas: la clásica y la vulgar. La primera se enseñaba en la escuela y era la que utilizaban las clases elevadas, así como los escritores y poetas; la segunda la hablaban las clases populares, era una variante espontánea que no siempre respetaba las normas gramaticales. Como muy tarde, en el s. IX (cuando aparecen los primeros escritos), la variante vulgar, que ya hacía tiempo que se estaba deteriorando, fue evolucionando hacia las lenguas romances o románicas, predecesoras de las lenguas modernas: castellano, francés, italiano, portugués, rumano, catalán o gallego.
Las lenguas románicas se desarrollaron de manera distinta teniendo en cuenta entre otros factores las enormes distancias del imperio o la mayor o menor romanización de los territorios conquistados. Esta diferenciación se hizo más profunda cuando el Imperio romano de Occidente, la institución que mantenía unido este enorme territorio, se disolvió en manos de los bárbaros en el año 476 d.C.

Pervivencia de elementos lingüísticos latinos. Términos patrimoniales y cultismos.
La transformación del latín en cada una de las distintas lenguas romances es un campo de estudio muy interesante. La etimología estudia el origen de las palabras, en este caso de las procedentes del latín.
Las palabras que proceden del latín verbal (y que son mayoría) reciben el nombre de patrimoniales, por ejemplo:
patrem à padre             filium à hijo     vitam à vida
Otras, en cambio, aunque proceden del latín no lo hicieron desde el latín vulgar, sino del culto. Además, prácticamente no han cambiado nada. Son los llamados cultismos: 
pater à paternidad       filius à filial       vitam à vitalidad
Hay también palabras que no han consumado totalmente su evolución y están a medio camino entre las patrimoniales y las cultas: los semicultismos. Por ejemplo, ya que el grupo intervocálico latino -gn- evolucionó en castellano a -ñ- (pugnum > puño), se esperaría que regnare hubiese dado *reñar; el semicultismo reinar, sin embargo, muestra una fase evolutiva intermedia.